miércoles, 13 de abril de 2011

Estudiar conocimiento del medio la población europea

primeros grupos humanos emigraron probablemente desde el Este en varias oleadas, en su mayor parte a través de un puente de tierra, que ya no existe, desde Asia Menor a los Balcanes y a través de las praderas del norte del mar Negro y desde el sur, a través de la península Ibérica. Alrededor del año 4.000 a.C. algunas zonas de Europa ya tenían una considerable población. Barreras geográficas como los bosques, las montañas y los pantanos contribuyeron a dividir a los pueblos en grupos que permanecieron separados durante largos periodos. No obstante, como resultado de las migraciones hubo una constante mezcla racial.Características de la población europea

La distribución de la población europea no ha sido estable durante largos periodos, si bien su incremento ha sido notorio a lo largo de la historia, debido a la diferencia entre las tasas de natalidad y mortalidad y a los movimientos migratorios de todo tipo. A principios de la era cristiana, la parte más densamente poblada de Europa bordeaba el mar Mediterráneo. En la década de 1980 Europa tenía la densidad de población total más alta del mundo. La zona más densamente poblada era el cinturón que comenzaba en Gran Bretaña y continuaba hacia el este a través de los Países Bajos, Alemania, Checoslovaquia, Polonia y la URSS europea. En el norte de Italia también había una gran densidad de población. La tasa media de crecimiento anual de la población europea durante el periodo comprendido entre 1980 y 1987 sólo fue del 0,3% (en el mismo periodo la población de Asia creció cerca del 0,8% anual, y la de Estados Unidos un 0,9% anual).

En la misma época, hubo grandes variaciones en la tasa de crecimiento según los países europeos. Así, a finales de la década de 1980, Albania tenía una tasa de crecimiento anual del 1,9% aproximadamente y España del 0,5%, mientras que las tasas de las ciudades de Gran Bretaña no cambiaron significativamente y las de la antigua República Democrática Alemana descendieron. En conjunto, la lentitud de la tasa de crecimiento de población se debió sobre todo a la baja tasa de natalidad.

Generalmente, los europeos disfrutan al nacer de una de las más elevadas tasas de esperanza de vida, unos 75 años en la mayoría de los países, si la comparamos con las mismas tasas en la India y la mayoría de los países africanos, por debajo de los 60 años.
Los movimientos de la población, voluntarios o involuntarios, han sido una característica constante en la vida europea. A finales del siglo XX destacaron dos movimientos: la migración de personas en busca de trabajo como ‘trabajadores invitados’ (en alemán, gastarbeiter) y la migración de zonas rurales a zonas urbanas. Trabajadores italianos, yugoslavos, griegos, españoles y portugueses (al igual que turcos asiáticos, norteafricanos y de otras zonas no europeas) se trasladaron, en su mayoría sin la intención de establecerse permanentemente, a Alemania, Francia, Suiza, Gran Bretaña y otros países en busca de empleos. Además, muchos europeos emigraron desde zonas rurales hasta las ciudades dentro de las fronteras nacionales (éxodo rural). Entre 1950 y 1975, la población urbana de Europa occidental aumentó de un 70% aproximadamente a casi un 80%; en Europa oriental creció del 35% al 60%.



Por otra parte, en comparación con las emigraciones del siglo XIX y principios del XX, muy pocos europeos salieron del continente. La mayor parte de las personas que dejaron Europa a finales del siglo XX emigraron a Sudamérica, Canadá o Australia. Encarta

DISTRIBUCIÓN DEMOGRÁFICA
Prescindiendo de las desigualdades causadas por las diferencias de
tamaño entre las unidades territoriales de primer nivel en que se divide
el continente europeo, con microestados de elevada densidad como
Mónaco (más de 16.400 hab./km2), Malta (1.200 hab./km2) o San
Marino (430 hab./km2), y estados de tamaño diverso escasamente
poblados como Islandia (3 hab./km2), Noruega (15 hab./km2),
Finlandia (17 hab./km2) o Suecia (22 hab./km2), los poco más de 700
millones de individuos que habitaban en Europa en el año 2000 se
distribuyen siguiendo un sistema centro-periferia, localizándose las
regiones más densamente pobladas (más de 150 hab./km2) en un eje
que cruza el continente desde el S del Reino Unido hasta Italia,
pasando por el N de Francia, Bélgica, Luxemburgo, Alemania y Suiza,
mientras que los extremos meridional y septentrional presentan, en
general, una menor ocupación.
Esta distribución no ha sido estable a lo largo de la historia. En la
Antigüedad la región más poblada del continente fue la franja ribereña
del mar Mediterráneo, pero a partir de la Edad Media se produce un
desplazamiento del eje de mayor densidad hacia latitudes meridionales,
asociado a la intensificación de las actividades comerciales en las
ciudades hanseáticas.
En el siglo XIX este proceso se consolida, ya que la industrialización y
la urbanización refuerzan las diferencias entre Europa central y
meridional. En Europa oriental la distribución demográfica se ha
mantenido más estable como resultado del limitado desarrollo
industrial, la fijación de los campesinos en la tierra durante el siglo XIX,
y las políticas de fomento del poblamiento rural aplicadas por los
regímenes socialistas.


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